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Coelum philosophorum seu de secretis naturae

El Cielo de los filósofos fue publicado por Felipe Ulstad para poner unos remedios al servicio de los médicos, destacando de una forma muy especial las numerosas recetas para preparar oro potable. Por esta razón, este libro puede presentarse también con el título de El oro potable. Se trata de un libro eminentemente práctico, precedido de una corta y rica justificación filosófica.

En el Coelum philosophorum seu de secretis naturae se llama alquimistas a los encargados de llevar a cabo esta tarea mediante molturaciones, maceraciones, digestiones, calcinaciones, destilaciones, filtraciones, etc. Los arqueólogos de la Técnica, Química y Farmacia se van a encontrar en esta obra con una de las estampas más representativas de la historia de la destilación: destilatorio para la obtención del agua de vida (destillatorium ad aqua vitae).

En una época en la que no se conocía el termómetro, dos alquimistas, demasiado engalanados para trabajar sobre el fuego, utilizan sus manos para controlar al mismo tiempo la temperatura en la retorta (cucúrbita), cuello de la cucúrbita, refrigerante y grifo de salida. Los vapores que salen del alambique son refrigerados por una columna llena de agua (canale plenum aqua frigida) y por el aire. Finalmente, el destilado, la codiciada agua de vida o aguardiente, es recogido en dos recipientes (receptaculum).

Desde el punto de vista empírico nos sorprende con:

  • Su conocimiento de las técnicas de vitrificación interna de las retortas de barro.
  • La habilidad para obtener medios con temperaturas controladas (el baño María, el estiércol de caballo, filtros térmicos de arena o de ceniza para asentar la retorta libre de la fuerza del fuego directo).
  • El arte de zulacar con el barro de la Sabiduría (mezcla de arcilla y pelo para sellar las conexiones entre las distintas partes del alambique y así evitar la pérdida de vapor).
  • El cierre hermético, al que dedica un capítulo, porque los aceites y aguas nobles exigen un cierre eximio. A este cierre le llama Sello de Hermes (Sigillum Hermetis).
  • Estas operaciones orientadas a la obtención de aguas de vida y oro bebible están precedidas y justificadas en nuestro libro por la filosofía de la naturaleza de la época. El universo estaba dividido en dos regiones bien diferenciadas:
  • El mundo de los cuatro elementos (agua, aire, tierra y fuego) que se encuentra bajo el cielo de la luna, donde reina la corrupción y la imperfección.
  • El cielo incorruptible, propio de todas las regiones que se encuentran sobre la luna.

Forna Furni. Bajo este paradigma, el alquimista, hoy le llamaríamos químico o farmacéutico, mediante sus operaciones trata de aislar las sustancias incorruptibles (quintaesencias) para que el médico, respetando siempre la voluntad de Dios, pueda curar y alargar la vida del enfermo. Ulstad nos dice que la quintaesencia, extraída por destilación de su cuerpo y de su materia y liberada de la superfluidad de los cuatro elementos, tiene forma, alma y especie sutilísima. Los filósofos antiguos trabajaron en su elaboración para fortalecer y alargar la vida. La quintaesencia devuelve al cuerpo humano la incorruptibilidad porque en ella no queda ninguna cualidad húmeda, fría, cálida o seca. Cuando entra en el cuerpo del enfermo elimina los humores incómodos ya que sobrepasa a todos los elementos que se encuentran bajo el cielo.

La quintaesencia se puede aislar, liberándola por destilación de las cadenas que la unen a las heces de los cuatro elementos, del vino (aqua vitae), de los metales, frutos, carnes, huevos, raíces, hierbas, sangre humana, etc. En este punto el autor justifica el título del libro al decirnos que por estas propiedades tan maravillosas, este conjunto de quintaesencias, ha sido llamado por los sabios: Cielo de los filósofos. La quintaesencia por excelencia, para algunos filósofos, es el aguardiente o agua de vida, por preservar a la vida humana de la corrupción. Alguna de las obras apócrifas de Lullio, en las que bebe Ulstad, identifican el agua de vida con el elixir de la eterna juventud.

Después de esta justificación teórica y de la minuciosa explicación de cómo se obtiene cada una de las quintaesencias, bajo el clásico paradigma de la doctrina de Hipócrates, Galeno y Avicena, indican al médico las enfermedades que puede curar y los tiempos y dosis en que se debe proporcionar cada quintaesencia.

La miel es uno de los ingredientes más importantes para la elaboración del oro potable. Jean Hani, especialista en los simbolismos de los templos cristianos, afirma que la miel es un símbolo, relacionado, como la abeja, con el sol; del mismo modo que el oro es la luz mineral, la miel, de color oro, es la luz vegetal, la quintaesencia de la luz solar elaborada en las flores. En los primeros siglos del cristianismo, en la vigilia Pascual, se entregaba a los neófitos el melikraton, bebida de leche y miel, como símbolo de la inmortalidad. Sed de salud, vida e inmortalidad subyacen también bajo los afanes de Felipe Ulstad para dulcificar y hacer atractiva la más excelente de las medicinas.

Lector, tu perseverancia y ganas de conocer te han conducido, con los antípodas de Dante, hasta las puertas del cielo. Aquí el sol es el rey de los planetas, abajo el oro, su hijo, es el rey de los metales: nadie como Ulstad para hablarte de cómo este oro se puede convertir en sustancia bebible y de las propiedades de esta áurea medicina.

FICHA TÉCNICA

Facsímil

Felipe Ulstad, Estrasburgo, 1525.
Impreso conservado en la Biblioteca Histórica
» Marqués de Valdecilla»
de la Universidad Complutense de Madrid.
Encuadernado de forma artesanal en piel natural de cabra con nervios y tejuelo, cosido a mano, el papel está sometido a un proceso de envejecido y los cantos tintados; respetando el estado actual del original.

Características de la obra

  • Ciento veinte páginas.
  • Dimensiones: 19 x 28 cm.
  • Tirada internacional limitada y autenticada con acta
    notarial a 999 ejemplares.

Estudios (español e inglés)

El volumen complementario está prologado por D. Benito del Castillo, Catedrático de Química Analítica y Decano de la Facultad de Farmacia, UCMy por D. Javier Puerto, Director del Museo de Farmacia Hispana, UCM
La introducción a cargo de Manuel Arroyo González, Dr. en Ciencias Químicas y Bromatólogo.
El estudio y la traducción anotada del latín al castellano ha sido realizada por D. Agustín Fernández Merino, escritor, destilador y Lcdo.  en Ciencias Químicas, especialidad de Metalurgia.

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